domingo, 13 de septiembre de 2009

Volver a las Raíces

Volver a las raíces significa mirar hacia atrás, pero no para lamentarnos como estamos hoy, sino para inspirarnos en el origen del arte. Si un árbol no tiene sus raíces fuertes y bien arraigadas a la tierra que lo nutre, es muy probable que crezca débil o incluso que no llegue a dar sus frutos. En el caso del arte es lo mismo.

La danza árabe tiene su origen en culturas milenarias de Medio Oriente y del Norte de África, y si nos retrotraemos más en el tiempo; en su nacimiento estaba asociada a las diosas madres de las sociedades matriarcales, donde la mujer ejercía un rol predominante y estaba íntimamente conectada con la tierra, como símbolo de fertilidad y fecundidad. A este origen sagrado milenario y entrelazado en las diversas culturas y pueblos que influenciaron esta danza, hoy no se lo encuentra tan fácilmente en los espectáculos o show actuales. ¿Por qué?

La danza, como cualquier otro arte, fue creciendo, fusionándose, occidentalizándose y de a poco fue perdiendo su esencia. Si bien este crecimiento fue muy bueno para la danza en términos de estilización, técnica, teatralidad y popularidad, por otro lado no es bueno tomar solo “lo nuevo” sin indagar en la historia y evolución de la danza que le dio origen. Sobre todo para nosotros, los occidentales, que tenemos una cultura muy diferente a la de los países árabes.

Entonces, nuestra tarea como profesionales de la danza sería investigar más sobre los países de donde proviene esta danza, su pueblo, costumbres, música, etc. para poder reinterpretarla de un modo adecuado. Sino, no seríamos más que aficionados. Por eso, es que me intereso tanto por los bailes tradicionales folclóricos de todas las zonas en donde se baila o se vio influenciada esta danza y comparto ese interés con mis alumnas, intentando fomentar su curiosidad y respeto por la danza oriental, considerándola como una expresión artística y cultural, una tradición heredada, que esta indisolublemente ligada a una región con su idioma, religión, costumbres…, es decir, una cosmovisión diferente.

No tenemos acceso a aquella danza ritual mágica originaria de la danza del vientre, pero si lo tenemos a las danzas folclóricas conservadas por los pueblos donde esta danza nació. Conocer y bailar el estilo tradicional es la única forma de comprender realmente de que se trata este baile, para interpretarla con sentimiento, con el estilo correcto, con respeto a su pueblo. Es que primero hay que internalizar los movimientos que la caracterizan y recién entonces podremos fluir a través del baile. En vez de sentirlo como algo ajeno, y bailar superficialmente, nos adueñaremos del profundo sentir de esta música y danza.

Viajar a Egipto y Marruecos me abrió lo ojos con respecto a la danza y a la forma de abordarla. Pienso que acá en Argentina, se abocan más que nada a la parte técnica y coreográfica de la danza. Y por lo que pude observar en shows y clases que tome en Egipto y Marruecos, la parte técnica es importante, pero lo más importante es el sentimiento, carisma e impronta personal que le dan a la danza, y que esta fuertemente ligado a su identidad como pueblo, y por consecuencia a sus danzas folclóricas. ¡Allá la danza emociona!

La propuesta es: Volver a las raíces, para nutrirnos de la fuente y crecer con fuerza y seguridad. Y de ahí partir, para crear y florecer aportando nuestro propio color y forma a la danza.

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